Cada mueble con su dueño.

Solemos decir que el boca en boca es la mejor forma de que nos lleguen clientes. Cuando llega alguien a través de otra persona quiere decir que esa otra persona nos conoció, le gustó lo que hacíamos y decidió recomendarnos a alguien de su confianza.
Así fue como llegó Georgina a Viejos son los Trapos. Ella trabaja como vestuarista, y un día, mientras hacíamos un trabajo para Telefe, nos contó que una productora le había hablado de nosotras y que estaba buscando un mueble antiguo para su casa.
Se nos vino a la cabeza enseguida un mueble que compramos hace un tiempo solo por el placer que nos causaba verlo, era tan lindo, tan lleno de detalles que lo vimos y no pudimos resistirnos a su cartel de "en venta". Se lo mostramos a Georgina y el amor fue a primera vista: nos contó que hacía tiempo había visto uno muy parecido, que incluso la mamá de su marido tiene muebles de este estilo y que sin dudas era lo que tenía en la cabeza.
Acordamos que lo mejor sería no pintarlo, quitarle el lustre viejo, revitalizarlo mediante la técnica de lavado de madera. Si bien es el proceso que más nos cuesta hacer por lo minucioso que debe ser, estuvimos seguras desde un principio que no podríamos haber elegido mejor.
El sábado, después de un tiempo de espera prolongado debido a la cantidad de trabajo atrasado que teníamos, el mueble partió hacia la casa de Georgina y su marido. Lo vimos irse con un dejo de nostalgia por la cantidad de veces que lo imaginamos pintado de distintos colores, decorando distintos ambientes, siendo usado por diversas personas, pero también con alegría y con la seguridad de que no podría haber encontrado una dueña mejor, que valora sus detalles increíbles y lo elige para que sea parte de su hogar.